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Carta a los venezolanos

Carta A Los Venezolanos

Quienes suscribimos esta carta pensábamos dirigirla al Presidente y a otros dignatarios de los Estados Unidos. Al oír opiniones y repensar el asunto, llegamos a la conclusión de que los problemas de los venezolanos debemos resolverlos entre venezolanos. Y no queremos sumarnos al enfrentamiento entre los sectores dirigentes y partidistas de nuestra sociedad. Por ello nos dirigimos al pueblo venezolano, a quien corresponde decidir acerca de los muy variados enfoques que se han venido expresando. Lo hacemos desde la modesta posición de quienes hemos cumplido el recorrido íntegro de la dura y hermosa lucha por el rescate de la democracia, aunque sin arrogarnos la representación de nadie más.

Desde hace 23 años Venezuela ha sufrido, bajo los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, la destrucción de su democracia, de su libertad y el devastador deterioro de su modo de vida, una calamidad que mantiene hoy a millones de compatriotas en dolorosa carencia de bienes y servicios esenciales y ha obligado a más de seis millones de nosotros a abandonar el país, en un éxodo que conmueve al mundo por la vulnerable situación en que la mayoría de ellos deambula por carreteras, montañas, selvas, ríos y hasta en pequeños botes que desafían el mar.

Durante más de dos décadas los venezolanos hemos protagonizado una consecuente lucha contra la pretensión de instalar un régimen totalitario. En este período hemos librado no pocas jornadas de heroico enfrentamiento contra el proyecto dictatorial que avanzaba pese a nuestro rechazo: las jornadas de abril de 2002; el paro general y petrolero de 2002-2003; el Referendo Revocatorio de 2004; la derrota de la Reforma Constitucional intentada por Chávez en 2007; el clamoroso triunfo popular en las elecciones parlamentarias de 2015; las rebeliones juveniles y ciudadanas de 2014 y 2017; el desconocimiento de la írrita reelección de Maduro en 2018 y la posterior declaración en 2019 de su carácter usurpador por la Asamblea Nacional, lo que dio lugar al gobierno de transición presidido por el diputado Juan Guaidó.

Hemos sufrido derrotas que con frecuencia traen consigo un adormecimiento de la capacidad de movilización y combate. Es algo natural en los conflictos históricos. Pero tras cada caída ha renacido muy pronto nuestra rebeldía, en forma de protestas sectoriales, localizadas o más generalizadas que hacen retroceder al régimen, aplazar sus planes tiránicos y hasta obligarlo a negociar.

Hoy, cuando privan el desánimo y escepticismo entre los ciudadanos, la división entre nuestros dirigentes políticos y sociales y la confusión generada en el mundo por la pandemia y por la criminal agresión de Putin a Ucrania, la dictadura ha acometido una activa campaña para mejorar su destruida imagen. Es un esfuerzo concertado para hacer creer al mundo que “en Venezuela retornó la normalidad” y que las graves violaciones de los derechos humanos son cosa del pasado; un espejismo de “progreso económico” edificado sobre burbujas de abundancia y bienestar que sólo son disfrutadas por una minoría, o por privilegiadas élites abrochadas al poder y la corrupción. Esta maniobra se ve acompañada por la publicación de remitidos de supuestos o reales “representantes ciudadanos” que intentan arrojar la culpa del fracaso del régimen sobre las sanciones económicas y los países democráticos que las aplican; o sembrar la idea de que la mayoría de los venezolanos cree que el fin o el ablandamiento de las sanciones traerían un mayor bienestar.

Ha sido demostrado que las sanciones no son la causa del descalabro económico de Venezuela ni de las penurias que sufren millones de venezolanos. Y que los únicos beneficiarios de su alivio o abolición serían Maduro y las camarillas de enchufados que lo rodean, nunca el pueblo de a pie. Las sanciones tampoco son varita mágica de efecto fulminante contra las dictaduras, pero representan una fuerte presión para detener sus derivas totalitarias y conminar a los dictadores a negociar. Esto no es suficiente, para tener efecto las sanciones deben estar acompañadas por una decisiva presión interna, de incesante movilización y protesta ciudadana, un fruto cuya cosecha tampoco es mágica: se la debe sembrar, regar y organizar con intenso trabajo de las organizaciones políticas y sociales, unidas en un mismo propósito.

Nada aspiramos más que un pronto fin de la penuria en que se encuentra nuestro pueblo. Pero ese final ha de ser sólido, definitivo y duradero, por lo que no debe ser sacrificado en nombre de un espejismo inmediato que sólo alejará la solución real que todos aspiramos, que no es otra que el fin de la dictadura. No es haciéndole graciosas concesiones y servicios al régimen, tratando de coexistir con él en procura de “pequeños avances”, como se derrota a una satrapía desalmada como la que sufrimos.

Este pretende ser un mensaje de esperanza, un llamado a la fortaleza de carácter que requerimos para no desmayar. Y un enérgico pedido a quienes han ocupado o aspiran ocupar lugares protagónicos en este esfuerzo: depongan las menudencias, abracen el interés general por sobre el particular y asuman la grandeza que la tarea exige.

Es posible vencer a la dictadura, pero ya hemos aprendido que la empresa nos exige ser mejores.

PS: No hemos incluido las firmas de numerosos compatriotas que viven dentro de Venezuela, porque con ello arriesgan su libertad o recibir agresiones de un régimen que, mientras aplaude las expresiones públicas en su favor, demuestra cada día su voluntad de castigar y humillar a quienes exponen su disidencia.

Firmamos, en orden alfabético

Abel Ibarra – Alejandro Oropeza – Alexandra Terán – Alexis Ortiz – Alfonso Molina – Axel Capriles Méndez – Brenda Garrido – Carlos David Guillen – Carlos J. Rangel – Carlos Pérez Ariza – Carlos Piña – Caupolicán Ovalles Sequera – Eddie Ramírez – Edgard J Amado – Eduardo Báez Torrealba – Eduardo Caldera Gómez – Eduardo Orozco- Eleazar Benedetto – Elisa Arráiz Lucca – Elvia Gordils – Elvira González – Enrique Hidalgo – Erick Molina – Evencio González Patiño – Fidias Marcano – Guillermo Beltrán – Guido Bolívar – Gerardo Alfredo López – Giovanni Narváez Chacón – Héctor Salazar – Henry Alfonso Parra – Iván Ramos Barnola – Joaquín Pérez Rodríguez – José Manuel Serna – José Raúl López Pérez – José Quintero (Procatia) – Juan José Monzant – Juan Montero – Leda Santodomingo – León Granado – Leopoldo López Gil – Luis Felipe Valera – Luis Raúl Perichi – Malena Roncayolo – María Antonia Gabaldón – María Suribey Plaza – Mary Molina – Mercedes Mechita Vivas – Padre Pedro Freites – Pancho Aguilarte – Pancho Tosta – Pedro Cabrera – Rafael Fernández González – Rafael Moros – Raúl Ochoa Cuenca – Raquel Aché – Raynell Martínez – Richard Ríos – Saady Bijani – Silvia Delozanne – Thaelman Urgelles – Vladimiro Mujica – William Diaz

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