Diálogo y mentiras
Neuro J. Villalobos Rincón
nevillarin@gmail.com
“La verdad vuela entre las dudas, como la paloma de Kant, en el aire, que le ofrece resistencia, pero a la vez la sostiene” Fernando Savater.
En un país democrático, tal como entendemos el término democracia, debe ser característica de todo mandatario promover el diálogo tanto a lo interno, con aquellos grupos que lo adversan, como a lo externo, para reforzar lazos con los otros países aliados o acercar a aquellos que se consideren adversarios. Todo ello en función de los más grandes intereses de la Patria y del bienestar de sus ciudadanos. Son logros de la civilización humanizadora a los que ya no se puede renunciar sin incurrir en concesiones a la barbarie.
No es el capricho de un gobernante lo que debe signar la relación con los otros, con los que no piensan igual que él, es el compromiso con el futuro de los pueblos, con su soberanía, sus valores, su cultura, sus ansias de libertad, bienestar y felicidad. Por eso he repetido muchas veces que en las democracias el diálogo es una necesidad, en las dictaduras, es una necedad. Para fortalecer la democracia hay que volver las veces que sean necesarias a las raíces, a las profundas raíces que nos hacen comúnmente humanos y no a las vanas manifestaciones ideológicas, nacionalistas, etnicistas, regionalistas o particularistas que van siempre, como dice Savater, de rama en rama haciendo monerías y buscando distingos.
Para dialogar es necesario andar siempre con la verdad, es un requisito fundamental para generar confianza y lograr credibilidad; lo contrario, con la mentira recurrente, lo que se logra es desconfianza hacia la persona o grupo que la practica. Eso ha ocurrido en Venezuela con el grupo usurpador del poder. Chávez y Maduro, y por consiguiente todos sus seguidores, han acudido a la mentira de forma permanente, con el agravante de la burla al pueblo venezolano. Epicuro ya lo había advertido muchos años antes, “la manía de hablar siempre y sobre toda clase de asuntos es una prueba de ignorancia y de mala educación, y uno de los grandes azotes del trato humano.”
Ahora el régimen ha intentado montar una matriz de opinión con una nueva gran mentira: el país está mejorando. Lo peor es que hay doctos que lo repiten y aseguran, no sabemos si están convencidos por evidencias reales que no muestran, ni se pueden ver, notar o sentir, salvo por un grupito de salteadores, o por congraciarse con los delincuentes que mal gobiernan. En ese sentido, recomiendo la lectura de instituciones y personalidades serias que se han referido al tema con información veraz, que dan cuenta de la destrucción del país material y moralmente. Es una desfachatez decir que el país está mejorando. Para ello es una condición necesaria, aunque no suficiente, salir del régimen que nos oprime, que no sabe lo que debe saber, desconoce lo que pretende saber, y peor aún, miente con descaro.
Preocupa enormemente que una gran mayoría de líderes políticos, empresariales y civiles sigan promoviendo un diálogo e ignoren lo que ya Alvin Toffler escribió: “ Una economía avanzada necesita una sociedad avanzada y si un país se las arregla para acelerar su avance económico, pero deja atrás sus instituciones básicas, su potencial para crear riqueza se verá finalmente limitado”.