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Es erróneo decir que el G4 reconoce a Maduro por ir a elecciones: Politólogo Alejandro Oropeza

Es Erróneo Decir Que El G4 Reconoce A Maduro Por Ir A Elecciones: Politólogo Alejandro Oropeza

Noticiero Digital – El G4 anunció el pasado martes su decisión de participar en las elecciones del 21 de noviembre. Tal anuncio generó reacciones en el chavismo. Para Nicolás Maduro esta decisión implica el reconocimiento de su presidencia, aunque Juan Guaidó se encargó luego de desmentirlo.

ND consultó al politólogo y académico del Politics Center Academy de EEUU, Alejandro Oropeza, quien calificó como un error creer que la oposición está reconociendo a Maduro al participar en el próximo proceso electoral.

Sobre si esta participación pone en riesgo al Gobierno interino al cambiar de estrategia tras el llamado mantra de los 3 pasos, el analista considera que la política no es inamovible.

P: ¿La participación de la oposición en las elecciones regionales del 21 de noviembre legitima al gobierno de Nicolás Maduro?

R: Las relaciones causales no operan exactamente en contextos de alta complejidad como el que existe en la Venezuela. Más aún cuando, adicionalmente, situaciones caóticas se hacen presentes y relativizan definiciones, conceptos, posiciones y hasta procesos políticos. Por eso afirmar, pontificando, que la participación de una parte de la oposición en el proceso electoral venidero legitima al régimen de Maduro es un error. No es posible establecer una relación absoluta entre participación y legitimación.

Para el procerato revolucionario, o buena parte de él, puede ser visto así: al participar la oposición esa oposición nos está legitimando ¡Es un hecho! Pero, ¿piensan igualmente así otros actores políticos involucrados? ¿cree la oposición participante que legitiman un gobierno no reconocido por parte de la comunidad internacional, al concurrir a un acto electoral; además, estableciendo claramente que no existen condiciones satisfactorias para la participación? Más aún, ¿la comunidad internacional asume la legitimidad subsecuente del régimen por vía de la participación de parte de la oposición en el acto electoral de noviembre próximo? Y, por último, la ciudadanía, que se aferra al voto como una vía de salida a la profunda crisis que la afecta e impacta directamente en su calidad de vida, ¿podría apreciar esta decisión como una legitimación del régimen en su ejercicio político, que condujo y mantiene al país en esta catástrofe? Diversas visiones y relaciones que al voleo se pueden establecer sobre una muy compleja realidad.

Por otra parte, cabría preguntarse si en un acto político la decisión de la participación… puede legitimar aguas abajo a un régimen cuestionado dentro y fuera del país. Así pues, es cuesta arriba que se adquiera legitimidad propia con la ejecución exclusiva del acto individual de un tercero cuando un conjunto plural de actores concurrentes advierten sobre la condición contraria devenida por actos flagrantes ejecutados por el propio régimen. Ello, igualmente, se complementa con la propia acción del régimen: inhabilitando, encarcelando y persiguiendo a miembros de esa oposición y con la crisis de gobernabilidad existente en el país.

P: ¿Tiene la oposición del G4 posibilidades reales de ganar espacios en estos comicios, sin la llamada Alianza Democrática?

R: Siempre existen posibilidades. En el mundo de lo político nada está escrito en piedra, pues hasta las piedras se pueden fracturar. El punto determinante estaría en la posibilidad estratégica de generar alianzas puntuales que den viabilidad para mantener y/o ganar otros espacios, sean alcaldías, gobernaciones o los cargos representativos en las instancias locales y regionales legislativas. El quid del asunto es la voluntad política de generar alianzas y coaliciones teniendo claro una meta al final asociada con la ampliación y sustento de esos espacios a los que se hace referencia en la pregunta.

Si la precondición es el acuerdo y el establecimiento de coaliciones entre los actores participantes y las organizaciones políticas que deben alcanzar tales acuerdos, pues la cosa luce cuesta arriba dada la experiencia cercana de la confrontación y el desacuerdo permanente. Pero, y siempre existe un pero, la propia ciudadanía, las bases de esas organizaciones, los liderazgos emergentes, actores sociales con una opinión y posición confiable y respetable a la vista de la sociedad, etc., pueden reclamar ya en el ámbito particular geográfico de lo político, un acuerdo entre quienes se confrontan y lograr una unidad, hasta momentánea, para confrontar al candidato oficialista. Esos acuerdos y pactos, coaliciones las hemos también denominado podrían generar condiciones para usufructuar y capitalizar descontentos, desilusiones hacia el régimen y, quizás más importante, exhibir capacidades para encontrarse y organizarse.

Esta posibilidad ha sido una permanente exigencia de la ciudadanía, al apreciar la permanente confrontación de los integrantes opositores. Y, claro, no pocas veces nuestros actores políticos miembros de las diversas “denominaciones emergentes” opositoras, y los propios actores oficialistas, pretenden constituirse en jueces y partes de los procesos políticos y, definitivamente, esto no es posible ni moralmente aceptable. La consecuencia de tal pretensión es el desconocer la opinión de la sociedad, usurpando su rol de juez básico de las acciones políticas ejecutadas. Ello entonces, conduce a la desconfianza y al abandono del espacio de lo público, al desconocimiento de unos y otros y, a la negativa de participar en las convocatorias que bien pueden generar el ganar espacios. La confianza no se decreta. El triunfo tampoco.

P: ¿Qué lectura le da usted a la ausencia de Juan Guaidó en los anuncios de ayer de la oposición?

R: La decisión anunciada de participar en los comicios, reconociendo las limitantes existentes e innegables, conocidas por la comunidad internacional, fue resultado de un largo y complejo proceso de análisis por parte de los integrantes de dicha oposición, Guaidó incluido. Lo cual no es una sorpresa.

También es lógico pensar que la opinión de integrantes de esa comunidad internacional tiene un impacto en la evolución del escenario político interno y en la construcción de esta decisión. Decisión que evoluciona desde el “mantra” original que acompañó la narrativa del gobierno interino en sus inicios: fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres; hasta el anuncio en cuestión. De donde se debe pensar que Guaidó no es ajeno al acuerdo.

Y es muy importante esta última frase: el acuerdo. Finalmente, la sociedad venezolana recibe una decisión acordada por actores políticos que son parte de una parte de la oposición. Una frescura mínima atenúa el complejo escenario político nacional, si bien muy tardíamente alcanzada, puede aportar y estar relacionada con la generación de acuerdos específicos que, ojalá, conduzcan a candidaturas no tan disgregadas que ocasionen la dispersión del voto opositor y permitan, como lo señalaba la pregunta anterior, ganar espacios.

Pero, ese “ganar espacios” o no ganarlos, bien puede estimular la activación de liderazgos agazapados, ocultos y hasta perseguidos en la oposición, y reactivar el flujo ciudadano hacia el espacio público abandonado por muy diversas razones que no vienen al caso acá, pero que es producto de factores no solo del régimen sino de las propias oposiciones. En la cultura política del venezolano está inserto el voto como vía idónea para la resolución de problemáticas, y eso es patente en los resultados de la reciente encuesta de Delphos y en los análisis de perspectiva coyuntural del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB.

Entonces, creo sobre la base de lo expuesto y de las condiciones complejas del entorno político nacional que – más que registrar la ausencia de Guaidó en los anuncios, lo que de suyo es una omisión muy importante – es preciso monitorear su comportamiento en las próximas jornadas para comprender e interpretar su ausencia.

De entrada, podemos pensar: no estuvo presente porque no está de acuerdo con el anuncio lo que traduce en la práctica la posición por él sostenida respecto de la inconveniencia de participar en el proceso electoral de noviembre próximo; pero, no expresó un rechazo de la decisión comunicada. Es pertinente observar que la trilogía de precondiciones y metas que sustentaron el inicio del gobierno interino no son, en absoluto, vigentes en el momento actual. La transición no es resultado de que una mayoría política esté de acuerdo con que esa es la vía, desafortunadamente no es tan fácil. Así, que hacer depender la acción política a una sola variable es muy peligroso e inestable, como lo demuestra la práctica, básicamente porque esa mayoría opere como tal requiere que sea reconocida como tal, lo cual a todas luces no es el caso venezolano. En un reciente trabajo Héctor Briceño analiza el punto magistralmente. A las mayorías les sucede como a la mujer del César que, además de ser honesta debe parecerlo; además de ser mayoría debe parecer una mayoría, lo que no es, nuevamente, nuestro caso.

Ese parecer debe ser construido y reconocido y tener poder de impacto y decisión; y es un trabajo político que jamás es posible alcanzarlo con grupos políticos divididos, fragmentados y confrontados. Guaidó sabe esto y tomó la decisión de no dividir más y no insuflar la confrontación y guardó silenció o ejerció la ausencia. Su posición, acción y opiniones deben ser apreciadas muy de cerca en los días siguientes.

P: ¿Estas elecciones ponen en riesgo al llamado gobierno interino?

R: Muchos actores políticos piensan que sí. Que la decisión de participar en el proceso electoral definitivamente sepulta al mantra moribundo que sustentó la emergencia del gobierno interino. Lo cierto es que la política no es inamovible y permanente. La estrategia de hoy bien puede, y debe ser así por dinámica y estratégica, evolucionar y variar el día de mañana. Lo importante es que esa evolución sea con arreglo a fines y en atención al comportamiento de las variables que definen e impactan en la esfera política, en las arenas de la política. Pretender que el sustento discursivo, comunicacional y legitimador de una acción política permanezca invariable a lo largo del tiempo es no comprender a la acción política. La evolución es el sustrato y fundamento tanto de la acción, como de la comunicación.

La pregunta que surge es: ¿qué es el gobierno interino? Pues podríamos decir que es un medio para alcanzar un fin. Dicho fin es la recuperación de la institucionalidad, la democracia y la libertad, en los términos que son comprendidos por la sociedad venezolana, aglutinada en aquella mayoría política que debe parecer tal. Siendo un medio político, entonces se sustenta en la pluralidad y, en la acción y la comunicación. Siendo un medio político para alcanzar un fin, ergo, el gobierno interino debe estar en capacidad de evolucionar, se adaptarse a las circunstancias, de redefinir permanente estrategias, un hecho no supone que esté en riesgo de desaparecer; lo que supone tal riesgo sería su incapacidad para sucesivamente considerar las realidades, tratar de impactarlas y redefinir acciones para lograr el fin.

Se advierte en el comunicado que la participación en las elecciones es una oportunidad y, ciertamente, es una oportunidad mayor o menor que puede generar posibilidades y su evaluación, con base a resultados, puede establecer una nueva ruta, estrategias renovadas y frescas. Solo las estrategias inamovibles y perennes (por tanto, no son estrategias) sepultan una posibilidad, un medio. Y, de darse tal circunstancia, necesariamente debe emerger otra, sobre la base de la experiencia previa y con base a las realidades presentes. Todo es una evolución.

P: ¿Qué retos tienen el chavismo y la oposición para despertar el interés por las elecciones en el país?

R: Generar confianza. El interés por participar en una elección se asocia a lo que los votantes pueden esperar de tal resultado y a la confianza en que lo que se oferta por los candidatos pueda ser cumplido. Es decir, a la posibilidad de cumplir las promesas. Decíamos que el venezolano sigue confiando en el voto como mecanismo para resolver los problemas y superar la crisis que nos agota. Pero emerge una gran paradoja: si bien la sociedad confía en la institución del voto, en general no confía en quienes pueden ser electos por esta vía. ¿Entonces? Es ciertamente un tema tal realidad.

El reto del chavismo, del régimen, es que la masa de sus seguidores le siga acompañando, y esa masa ha ido paulatinamente y constantemente disminuyendo. Sus niveles de aceptación son críticos pero, sobre la base de las estrategias (sin entrar ni a definirlas ni juzgarlas éticas o no), logra aglutinar un electorado que le da soporte relativo, aún cuando arrastra consecuentemente la gran problemática de su legitimidad de origen, dentro y fuera de las fronteras. El reto de la oposición es lograr la confianza de la mayoría que es crítica del régimen, para lo cual ha venido resultando evidente que dicha confianza tiene un soporte relativo en la posibilidad de dicha oposición de unirse y presentar una cara congruente ante la sociedad, con fines compartidos y medios medianamente acordados.

Tal confianza, al menos en el caso de la oposición democrática, se corresponde con una idea concurrente de futuro posible. Tal idea se asocia con una visión de nación en la cual podamos desarrollarnos como individuos y ciudadanos libres y democráticos. Idea asociada a nuestras tradiciones, historia y cultura política. El reto es generar y convencer alrededor de esa idea y, tal vez, la asimilación y evolución de esa idea sea uno de los medios para comenzar a “parecer” una mayoría.

En el caso del oficialismo, esa idea de futuro renovado es más difícil de trasmitir, pues se puede asociar con la continuidad de la crisis, discurso que no ha sido efectivamente capitalizado por la oposición.

Punto clave, ya para terminar, es la distracción que efectivamente se ha logrado insuflar en buena parte de la sociedad, en dos extremos complejos, pero que tienen el mismo efecto. El efecto es el abandono, desinterés e indiferencia de la sociedad en general hacia el hecho político, lo que entraña el abandono del espacio público, del ámbito de lo político (en términos arendtianos). Los dos extremos son: por una parte, la necesidad de la satisfacción de las necesidades básicas para sobrevivir; por otra, la existencia en una burbuja en la cual todo está disponible, ubicándose esa élite de espaldas a la realidad que padece el país.

El reto de los que creen en la libertad debería ser traer de regreso a la sociedad al espacio público de manera tal de que, a través de la pluralidad, la acción política y la comunicación, se retomen esos espacios y en ellos se diseñen y discutan renovados acuerdos sociales que evolucionen a lo largo del tiempo.

Al parecer el reto del oficialismo es mantener alejada de ese espacio público a la sociedad, de manera tal de impedir que emerjan nuevos acuerdos sociales o se renueven los existentes, tratando de mantener una imagen de democracia ya bastante erosionada por sus acciones.

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