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Incompatibilidades

Por Neuro J. Villalobos*

La expresión típica del odio es el ensañamiento y tanto Chávez como Maduro y sus seguidores se han ensañado con el pueblo opositor.

Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan. Paul J. Goebbels.

Es difícil no sentir odio contra todo aquello que nos oprime, más aún cuando en el país se ha venido atizando abiertamente la prédica del odio desde que Hugo Chávez llegó al poder y que ha continuado con su discípulo Nicolás Maduro. Cuídate de que nadie te odie con razón, decía Publio Siro, y los venezolanos tenemos muchas razones para sentirlo y hacerlo porque es demasiado y muy profundo el daño material y espiritual que se nos ha causado. Sin embargo, los verdaderos cristianos debemos erradicar ese sentimiento de nuestras almas e invocar la reconciliación entre aquellos de buena voluntad.

El recordado Dr. Alfonso Ávila Mayor definió el odio como un sentimiento contrario al amor, a la solidaridad humana, a la amistad, y como veneno del propio espíritu, lo consideró una amenaza permanente para el odiado. La expresión típica del odio es el ensañamiento y tanto Chávez como Maduro y sus seguidores se han ensañado con el pueblo opositor. Es un acto de gran cobardía hacerlo escudado con el control de todos los poderes del Estado. Lo han hecho con toda la soberbia y la arrogancia que los ha caracterizado. Un odio tan estéril como infecundo que ha acelerado el proceso de pérdida de valores entre los venezolanos. Un odio, como dice el citado autor, satánico, ciego, negativo y estúpido que nos ha llevado cuesta abajo en la rodada, como expresa la letra de un famoso tango.

No obstante, siguiendo las pautas que dicta Omraam Aïvanhov, “cada uno de nosotros debe saber cuándo manifestar la indulgencia y cuando el rigor, porque sobre este equilibrio está basada la vida en sociedad”. Como seres humanos estamos obligados a guardar un equilibrio entre la razón y la emoción porque la razón si gobierna sola, es una fuerza que limita y la pasión sin guía es una llama que arde hasta su propia destrucción, advierte Gibrán.

Se requiere mucho esfuerzo para conservar la paciencia y actuar con serenidad; a este régimen lo hemos adversado y combatido desde sus inicios y lo seguiremos haciendo el tiempo que sea necesario hasta que terminemos con esta locura y detengamos el proceso de destrucción nacional. A éste régimen no lo odiamos por las razones esgrimidas, pero tampoco lo queremos por las razones conocidas. La ansiedad es hija del miedo y hermana de la angustia, dijo alguien; pero la mentira y el engaño no deben seguir siendo las fuerzas que dirijan al mundo ya que se sabe científicamente que el cerebro de los embusteros no es normal.

Lo he escrito anteriormente, un líder medianamente inteligente capta en el lenguaje y en las acciones las características humanas de su interlocutor; es obvio que no se puede seguir ignorando las verdaderas intenciones de un régimen envilecido que trata de hacer creer, mintiendo permanentemente, que su ideología atrasada responde a fundamentos científicos; que un proceso de adoctrinamiento responde a una transformación educativa; que una visión de sociología rural es la alternativa ante el desempeño de una economía globalizada; que la fe cristiana es tan amplia que tolera el sincretismo religioso y que incluye a los babalaos y a los creyentes de la pepa del zamuro; que tienen una visión acomodaticia y distorsionada de la historia y que se regocijan con una aplicación sectaria del derecho y la justicia.

La nuestra es una situación que no debe seguir siendo ignorada por ningún gobernante mundial en aras de salvaguardar intereses meramente materiales. Sabemos que los principios y valores democráticos se han debilitado a escala planetaria. La ética en el liderazgo político se ha vuelto maleable y se ha ablandado la conciencia humana de los dirigentes, al extremo de ser complacientes con cualquier ocurrencia de un ignorante con ínfulas de nuevo rico o sabelotodo o que simplemente se creen inmortales y con el poder suficiente de vencer a la muerte, lo cual también nos consta que es imposible. El desarrollo científico y tecnológico, cada vez más arrollador, siempre ha demostrado su incompatibilidad con el atraso, el engaño y con las actitudes que simulan una solvencia moral.

*Director de VenAmérica 

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