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Las nuevas relaciones políticas en Venezuela

Neuro J. Villalobos Rincón*

Lo que el pueblo venezolano exige no es un cambio generacional sino un cambio de las viejas, despreciables y nefastas prácticas políticas

“La política no se hace respondiendo a caprichos seniles, pero tampoco es un juego de niños”.

Lo que el pueblo venezolano exige no es un cambio generacional sino un cambio de las viejas, despreciables y nefastas prácticas políticas. Lo que están demandando los ciudadanos es darle contenido ético a la política y poder tener credibilidad en la conducta de quienes hacen de ella su profesión. Tan importante es la organización de la militancia política, como el despertar de la conciencia de la sociedad civil para realizar acciones exitosas como las que hemos hecho en el pasado.

En todo caso, no es tiempo para la arrogancia ni para la intemperancia. Seguirá siendo un imperativo histórico por mucho tiempo, además, la exigencia de una férrea unidad entre todos los venezolanos hasta que desaparezca totalmente la sombra de una nueva dictadura totalitaria ambiciosa y con ínfulas de imponer un pensamiento único. Hemos habilitado un camino, es cierto, pero es necesario desbrozar para apartar tantos obstáculos, dificultades y peligros.

No es tiempo para cálculos egoístas ni discriminación de cédulas, aquí y ahora nos necesitamos todos, con pensamientos amplios de libertad y democracia. Es la batalla, como decía Napoleón, entre las bayonetas y el espíritu y este siempre ha triunfado sobre aquellas a pesar de los avances tecnológicos incorporados a ellas. Es el espíritu de Patria concebida como la definió Ingenieros, el que nos convoca en este nuevo trayecto.

En Venezuela este tema recobra vigencia a partir de la gran crisis de los partidos políticos que permitió la fácil entronización de un régimen que se aprovechó de la paradoja en que se encontraba el pueblo venezolano a finales de los años 90 del siglo pasado, el cual, apoyando irrestrictamente la democracia y un grupo de valores asociados a ella, sentía al mismo tiempo un enorme rechazo, sobre todo hacia los partidos políticos, en lo que se dio en llamar el fenómeno de “la desafección política” consistente en lo que Roberto Zapata García definió “como un estado de malestar difuso, mezcla de insatisfacción, hastío, y desconfianza, respecto del funcionamiento del sistema político».

Se presenta ahora, en las actuales circunstancias, con el triunfo indiscutible en las elecciones presidenciales de Edmundo González Urrutia y el nuevo liderazgo visible de María Corina Machado, una nueva paradoja en la que los venezolanos, admitiendo que los partidos políticos son indispensables para el funcionamiento de la democracia, hacen nuevas demandas no solo de claras definiciones ideológicas y doctrinarias para evitar sorpresas como ocurrió con Chávez, sino además exigen más democracia interna, al igual que el reconocimiento a otras expresiones de la sociedad civil, distintas a los partidos políticos, para participar en las decisiones trascendentales de la orientación del país.

Se plantea actualmente un nuevo tipo de relación entre los partidos políticos que forman parte de la sociedad civil, pero con fines específicos y distintos a esta, que si bien aspira a participar en los asuntos públicos, rechaza que dicha relación sea de subordinación a los partidos políticos o ser simples apéndices de ellos. Rechazan igualmente, que se entienda como una concesión de los partidos políticos a la sociedad civil organizada para que pueda participar realmente en la conducción de la vida nacional.

*Director de VenAmérica

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