Demócratas por convicción
Miami, 12 de junio de 2023
Neuro Villalobos*
Los problemas políticos se resuelven con respuestas políticas, pero con inteligencia. Tenemos que desaprender muchas cosas que damos por sabidas
“A medida que las naciones se hacen corruptas y viciosas, aumenta su necesidad de amos”. Benjamín Franklin. Esa sentencia de Benjamín Franklin la podemos evidenciar a lo largo de la historia universal, sólo que ahora es utilizado el ropaje de demócratas para llegar a ser los máximos conductores de una nación y desde allí dar rienda suelta a lo que se denomina la erótica del poder la cual estimula las más bajas pasiones humanas por un lado, y satisface la ambición de riquezas por otro lado, conducta muy propia de los dictadores y de los regímenes totalitarios. Llegan a considerarse omnipotentes y se creen capaces de desafiar al mismísimo Dios.
Por eso no dejamos de insistir que hay que educar para la democracia. Ella es la máxima expresión de la pluralidad, del disenso y del acuerdo, del respeto y la tolerancia. De allí también lo dificultoso de lograr consenso entre los factores y sectores que adversan a éstos regímenes ya que en ellos no operan dichos principios porqué a su alrededor se forman los esclavos satisfechos y los aduladores empedernidos que deben bajar la cerviz ante la palabra o los caprichos de sus amos, algunos convertidos en semidioses.
No es que la democracia sea un sistema perfecto, al fin y al cabo la dirigen seres humanos, pero sí es perfectible. No debemos hacer una especie de sacralización maniquea del sentimiento democrático de los venezolanos para organizar unas elecciones primarias que determine quién será el o la candidato (a) presidencial que nos represente en unas elecciones, como es el caso de Venezuela. Quién esté a favor se sitúa al lado del bien, quién no lo está se coloca al lado del mal. Ellas no pueden ni deben ser el centro de nuestra preocupación ni un instrumento de distracción. Salir del régimen que nos oprime y volver a poner en ejercicio las libertades ciudadanas, es decir, volver al sistema democrático, debe seguir siendo el faro que ilumine nuestra atención o dicho en palabras del Padre Ugalde: “más importante que las primarias es la desesperación de la gente.”.
No hay ninguna duda que una elección mediante la participación abrumadora de la base oposicionista es lo más democrático, si y sólo si ciertas condiciones se cumplen: la existencia de partidos políticos fuertes, una sociedad civil sólidamente organizada y un liderazgo político honesto, decente y capaz; no tartufos de la política que se reconocen sin chance de ganar y piensan que unas elecciones primarias le proveerán el liderazgo necesario y la indumentaria democrática imprescindible. Hacer unas elecciones de cualquier tipo con un régimen comprobadamente dictatorial y entregar su organización a éste, es por decirlo de la manera más suave, una tremenda estupidez.
No se tome esta afirmación como un juicio de valor en contra de la Comisión Nacional de Primarias en funciones. No dudo de la honorabilidad de sus miembros, pero creo que no están dadas las condiciones en Venezuela para un proceso de esa naturaleza. Dicho en otras palabras, le estamos prestando nuestro ropaje democrático al régimen para que Maduro y su combo lo luzcan como disfraz para consolidarse en el poder.
Es necesario además, tomar en cuenta el mensaje contradictorio que le estamos enviando al mundo al avalar un proceso en manos de un Consejo Nacional Electoral que responde a las órdenes de un régimen dictatorial o que podría interpretarse que no somos capaces ni tenemos confianza en nosotros mismos para organizar un proceso electoral donde decidamos un candidato único, con apoyo unitario de los factores de oposición, que será el abanderado de una etapa de transición y de reajuste.
Los problemas políticos se resuelven con respuestas políticas, pero con inteligencia. Tenemos que desaprender muchas cosas que damos por sabidas, reaprender ante el arrollador desarrollo científico y tecnológico, nutrir nuestra conciencia pensando en un destino venturoso para el país. No estamos en presencia de paradigmas anteriores ni de una sociedad democrática donde exista la separación de poderes que garantice el cumplimiento del ordenamiento legal y constitucional. Hoy en nuestra nación no tenemos paz, ni pan, ni trigo como expresó Pablo Neruda en su poético canto a Bolívar.
Hoy, tanto los que nos desarraigamos llevándonos nuestra bandera de siete estrellas, como los que se han quedado con el temor de que les tuerzan el pescuezo como al caballo de Bolívar en nuestro Escudo Nacional lo que deseamos es que no hayan malditos que vuelvan sus armas contra el pueblo y que sientan el crujir de sus conciencias junto con los del estómago de sus familias por qué no necesitamos de nuevos amos sino a quienes son demócratas por convicción.
*Director de VenAmérica