Hugolandia y madurolandia
Neuro J. Villalobos Rincón
En verdad existen seres humanos poseedores de una gran imaginación como lo han demostrado estos dos personajes que han tratado de hacer creer al mundo que en Venezuela vivimos en un mundo de fantasía.
“La razón impulsa soportar con paciencia fatigas que odia, a perseguir el brillante oropel del trabajo que detesta e inclusive olvidar la muerte que le horroriza”. Immanuel Kant.
No, no se trata de la competencia de dos parques de atracciones del estilo Disney. Se trata de dos personajes de la política venezolana a quienes les parece que los venezolanos o quienes se encuentran en estas tierras hemos vivido y seguimos viviendo en un mundo de fascinación y no nos hemos dado cuenta de ello, por lo que estamos a punto de perderlo después de un cuarto de siglo de ensoñación.
En verdad existen seres humanos poseedores de una gran imaginación como lo han demostrado estos dos personajes que han tratado de hacer creer al mundo que en Venezuela vivimos en un mundo de fantasía en donde, si bien ser rico es malo, eso no obsta para que vivamos en armonía con la naturaleza y los demás seres vivos, ya que existe una ley natural que nos permite progresar y disfrutar de un bienestar permanente.
Tan imbéciles como inútiles resultan los esfuerzos de quienes creen y quieren hacer creer que es posible y hasta necesario volver al comienzo de los tiempos, al paraíso terrenal que la irresistible tentación hizo perder a Adán y Eva según la tradición cristiana. En este idílico país se aplican los principios del “renovado” socialismo, hoy del siglo XXI, donde se ha erradicado el egoísmo humano y el aberrante afán de obtener ganancias, engendro del maloliente capitalismo. Vivimos felices en nuestras casitas en el aire, como en los jardines colgantes de Babilonia, y nos movilizamos en alfombras persas voladoras suministradas por los hermanos Iraníes que ahora se facilitan aún más con el juramento hecho por el actual presidente como miembro del Hezbollah.
Todo esto viene a colación porque creo firmemente que hemos estado en presencia de hombres con una imaginación retrógrada y no lo sabíamos. Ambos personajes y sus seguidores, confirman la tesis de la infinitud de la estupidez humana, según Einstein, entendiendo como estúpido aquél que causa daño a otros sin obtener provecho alguno.
Dios quiera y no se desate una epidemia de estupidez en el país, ya que parece ser que las elecciones presidenciales del 28 de julio que ganó abrumadoramente el Dr, Edmundo González Urrutia han perdido prioridad para hacerlas reales y efectivas ante el robo descarado que intenta el régimen, mientras nos ponen a discutir si asistimos o no a las próxima elecciones del año que viene de gobernadores y alcaldes.
Esperamos que las mismas no se conviertan en una lucha entre “algunos estúpidos esencialmente listos” y algunos “listos estúpidos”, según la clasificación de Alfredo Brice-Echenique con lo cual se confirmaría la hipótesis de que “el ser humano lleva consigo un germen de estupidez que aflora con mayor o menor resplandor en cada uno, de manera ineludible.
Creo que los venezolanos no vamos a ser tan estúpidos para entretenernos desde ahora con elecciones que tocaría hacerlas el próximo año sin antes resolver el resultado de las elecciones presidenciales del 28 de julio de este año que ganó ostensiblemente el Dr. Edmundo González. Estoy convencido que ni la coacción, el chantaje, la provocación, ni el miedo y la ambición, podrán forzar la conciencia de quienes tenemos la plena convicción de la necesidad de rescatar todos nuestros valores. Ese es un compromiso con la Patria, con la familia, la libertad y la democracia, es decir, con nuestro futuro que hemos adquirido la inmensa mayoría de los Venezolanos con Ma. Corina a la cabeza y su inmensa capacidad de lucha.
Tenemos que combatir cualquier brote de estupidez con inteligencia. Aprendamos el hábito de pensar e incrementar nuestra autoconciencia de que no tenemos una sociedad verdaderamente democrática. Es imperativo estar atentos a los pensamientos y emociones de la gente y de algún modo aprender a manejarlos concienzuda y armónicamente ya que la estupidez sigue siendo un problema de salud pública como lo he advertido anteriormente.
*Director de VenAmérica