La inviabilidad del socialismo
Neuro Villalobos*
Es necesario deponer el falso orgullo que no permite reconocer la inviabilidad del denominado socialismo del siglo XXI
La exclusión del sector privado y su capacidad de inversión que podría fortalecer la diversificación del aparato productivo interno, así como el acoso y la aplicación de normas casuísticas e inconstitucionales desestimulantes de la libre iniciativa privada, ha conducido al país a niveles peligrosos de vulnerabilidad. Igualmente, nuestra empresa principal que opera la actividad petrolera, también ha sido destruida en su estructura, lo cual se suma a esa posición de vulnerabilidad económica en la que se ha colocado al país y que empeora sus posibilidades de recuperación, acelerando el proceso de empobrecimiento general.
Nos decía el recordado profesor universitario Emeterio Gómez que “el socialismo se torna radicalmente inviable a no ser que se apele al totalitarismo más radical, a una asignación arbitraria y caprichosa de los recursos escasos”, y remataba con esta otra frase: “aún si el comunismo y el socialismo fuesen viables, difícilmente podrían competir con esa formidable maquinaria de generación de riqueza que es el capitalismo”. Así es, lo hemos comprobado por qué lo estamos viviendo en Venezuela, el socialismo es, a la inversa del capitalismo, una extraordinaria maquinaria de generar pobreza en cualquier país del mundo.
A pesar de que la inteligencia, el conocimiento y la sensatez no tienen oídos ni cabida a nivel de la banda de delincuentes que dirigen al país, se han presentado por diversos sectores, factores, instituciones y personalidades diversas opciones que permitirían recuperar la esperanza de que es posible la construcción de un mundo mejor para Venezuela. La condición necesaria y suficiente es salir del régimen que nos atosiga y estar vigilantes para que los equipos de gobierno que vengan a dirigir el país garanticen el respeto al Estado de Derecho, la eliminación de la regulación arbitraria e inconsulta y se garantice la seguridad jurídica, patrimonial, y lo más importante, la seguridad de la vida de los ciudadanos.
Se debe hacer explícita una política económica integral que contemple, entre otras, las siguientes medidas: de carácter fiscal y de comercio internacional, 1) presentar un plan de sustitución de importaciones y diversificación de exportaciones no tradicionales, de común acuerdo con el sector productivo nacional, en las áreas de fortaleza competitiva con que cuenta la nación. 2) disciplinar el gasto público para hacerlo más eficiente y poder disminuir la presión tributaria que afecta a las empresas, empresarios y ciudadanos en general, con lo cual se pueden liberar recursos que se puedan dirigir a la inversión y el consumo. 3) Los subsidios deben ser selectivos, de carácter temporal y susceptibles de control por parte de las instancias correspondientes, hasta tanto se logren las condiciones económicas favorables que aconsejen su eliminación.
En política cambiaria, 1) plantear un desmontaje gradual del control cambiario, en concordancia con el pulso de la actividad económica, ligado al plan de industrialización que sustituya importaciones y diversifique exportaciones.
En política monetaria, 1) es fundamental devolver la autonomía al Banco Central de Venezuela, (BCV), para que regularice las tasas de interés activas y pasivas, la masa de dinero en circulación, el control de la inflación y el nivel de las reservas internacionales con el fin de preservar el valor interno y externo de nuestra moneda.
La salud económica de Venezuela exige una mayor producción de bienes servicios internamente, mayor generación de empleos productivos, el uso racional de las tecnologías, el conocimiento de las condiciones y exigencias del comercio internacional y lograr una mayor productividad de los factores producción utilizados, para ello se requiere la atracción de inversiones privadas, internas y externas, para que junto a las inversiones del Estado permitan un crecimiento armónico y sostenido que permita emprender el camino de un desarrollo económico y social favorable para toda la población venezolana.
Es necesario deponer el falso orgullo que no permite reconocer la inviabilidad del denominado socialismo del siglo XXI ya que no garantiza las condiciones de una vida feliz a las sociedades modernas, todo lo contrario, las empuja hacia el atraso y el uso de la violencia que trae aparejada el poder coercitivo del Estado; lo importante es el progreso del país y el bienestar de sus grandes mayorías viviendo en libertad.
*Director de VenAmérica