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Responsabilidad y coraje

Neuro J. Villalobos Rincón*

En los regímenes dictatoriales o absolutistas, lo dijo Tocqueville, el despotismo golpea groseramente al cuerpo, pero se ceba en el alma porque es a ella la que quiere encadenar

“Rechazar cualquier conducta de discriminación e intolerancia venga de donde viniere, nos obliga a combatir con vigor las actitudes de indolencia, indiferencia, resignación y desesperanza. A defender la libertad y la dignidad de la persona humana”. Episcopado Venezolano.

Oponiéndonos a la oposición, así andamos. De esa manera, en sana aplicación de la lógica, nos comportamos como si fuéramos gobierno. Tal vez sin querer lo favorecemos o más incomprensible aún, podemos llegar hasta a entendernos con él. Un claro ejemplo de esta situación lo conseguimos en quienes han recomendado “pasar la página” de los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio pasado.

Hemos demostrado tener una enorme capacidad para la distracción sin medir sus consecuencias; en ese sentido podemos enfrascarnos en una discusión semejante a la de si Adán y Eva tenían ombligo. En una interesante monografía del Dr. Alfonso Ávila leemos lo que Martin Gardner plantea: “Si Adán y Eva no tenían ombligo, no eran seres humanos perfectos. Pero si los tenían, entonces los ombligos implicaría un nacimiento con parto que ellos jamás supuestamente experimentaron.” Allí hay suficiente material para distraernos en una larga discusión.

Mientras nos miramos el ombligo nuestro y buscamos afanosos el ombligo de Adán y Eva, el futuro de la democracia y de la libertad, que es lo mismo que el futuro de la Patria, se nos escurre entre las trampas montadas por el Consejo Nacional Electoral; continúa el saqueo público impúdicamente; el acorralamiento a la libertad de expresión y comunicación; la eliminación del Estado de Derecho y los intentos de exportación de la pretendida revolución.

Pericles nos legó hace muchos años ya, una de sus famosas y acertadas frases con las que nos dice que “el secreto de la felicidad es la libertad y el secreto de la libertad es el coraje”.

Es cierto, hay que tener mucho coraje para enfrentar las adversidades, la incertidumbre, el desánimo, la insensatez y el miedo.

También es verdad que aun cuando se percibe en el ambiente venezolano que el miedo ha calado profundamente debido a la inseguridad reinante, la represión, el encarcelamiento y hasta la misma muerte desatados por quienes están obligados a proteger a los ciudadanos, éste se ha ido disipando, la población ha reaccionado y no está dispuesta a seguir tolerando tanta arbitrariedad, locura y terror que el régimen se empeña en hacer sentir.

Existe temor a perder el trabajo, los pocos que lo tienen, o las dádivas comprometedoras; temor a aparecer en nuevas listas denigrantes, a la parcialización de la justicia, a la ideologización de la educación, a la pérdida de las propiedades y del voto, a la prédica bélica y de odio, y a la consecuente militarización.

De allí la necesidad de reaccionar con responsabilidad y coraje. En los regímenes dictatoriales o absolutistas, lo dijo Tocqueville, el despotismo golpea groseramente al cuerpo, pero se ceba en el alma porque es a ella la que quiere encadenar. En este tipo de regímenes se puede decir todo menos la verdad, porque la verdad da miedo. Como lo expresaba Oriana Fallaci con sobrada razón, a la verdad se le tiene miedo porque la cobardía es el pan que se vende por poco dinero en todas las tiendas. Por eso, además el miedo a los medios.

El miedo es libre y el miedo a la libertad se hace más visible en determinados momentos de la historia, porque para ser libres hay que asumir responsabilidades. La reflexión, la autoconciencia, nos debe llevar a disipar nuestra confusión para poder pasar a la acción. Cuando alguien encuentra su camino, dice Paulo Coelho, no puede tener miedo. “Tiene que tener el coraje suficiente para dar pasos errados. Las decepciones, las derrotas, el desánimo, son herramientas que Dios utiliza para mostrar el camino”.

*Director de VenAmérica

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