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El venezolano bonito

Eddie A. Ramírez S.*

En tiempos difíciles, resurgen virtudes y defectos del ser venezolano. La migración revela desigualdades, prejuicios y también la dignidad del esfuerzo

Todos los pueblos tienen virtudes que suelen sobresalir en períodos de grandes crisis, y defectos que tienden a destacar en tiempos de apogeo. Desde luego, no se debe caer en generalizaciones. A título de ejemplos, los alemanes y japoneses evidenciaron grandes virtudes para recuperar a sus respectivos países después de su derrota en la II Guerra Mundial, pero sus defectos salieron a relucir cuando el III Reich y el Imperio del Sol Naciente estaban en su cumbre. Los venezolanos demostramos virtudes en las luchas por la independencia y en contra de gobiernos dictatoriales, pero nuestros defectos se multiplicaron con el auge económico de los ingresos petroleros de la década de los setenta ¿Qué prevalece en estos tiempos borrascosos?

Nuestros defectos no pueden ocultarse. Los libros La picardía de tío conejo (2008), del destacado Axel Capriles y El venezolano feo (2011), de Adriana Pedroza, los retratan fielmente. El primero fue escrito antes de la emigración masiva y el autor recalca que en todos los pueblos hay pícaros, pero que en el nuestro se celebra y se pregunta si esa viveza es consecuencia del exceso de trabas burocráticas que obligan a una estrategia de supervivencia. Pedroza recalca el mal proceder de los venezolanos en el exterior, lo que causa rechazo en los países de acogida. Por su parte, Yoerle Andrea Carrero Saavedra, en artículo del 23 de febrero del 2023 en el CIDER de la Universidad de los Andes, Colombia, fustiga la actitud endofóbica de muchos venezolanos al no mostrar empatía con sus compatriotas más vulnerables, evidenciando clasismo y racismo estructural.

Un factor que no puede obviarse es que todos nuestros gobiernos, unos más, otros menos, han fracasado en su misión de enrumbar el país hacía un desarrollo sustentable y en formar buenos ciudadanos. Como consecuencia, salvo algunas excepciones, no hemos elegido buenos gobernantes. Quienes tuvimos mejores oportunidades también fracasamos por acción u omisión. Como diría el distinguido compatriota don Mario Briceño Iragorry ha sido la Traición de los mejores.

Quien esto escribe no puede evitar rechazar que venezolanos descalifiquen a quienes no tuvieron el privilegio de emigrar por avión, después de llenar los trámites legales exigidos por las autoridades del país de acogida. También rechaza las opiniones de quienes critican que muchos han hecho solicitud de asilo sin ser estrictamente perseguidos políticos. Hay que entender que hoy todos los venezolanos son perseguidos políticos, ya que son las medidas políticas tomadas por el régimen de Maduro, las que restringen las oportunidades potenciales que tiene nuestro país.

Un compatriota que tiene dificultades para conseguir empleo, limitaciones para el acceso a un hospital y a medicinas, que no le llega agua, ni luz, y que sus hijos tienen restricciones en el sistema educativo por la falta de docentes e instalaciones en mal estado, tiene el derecho a emigrar por cualquier medio legal o ilegal, ya que su prioridad es sobrevivir. Insensibles e insensatos son quienes los critican y pretenden marginarlos.

La inmensa mayoría de nuestros compatriotas más vulnerables que han emigrado por los caminos verdes son trabajadores que tienen el derecho a una buena calidad de vida y a un mejor futuro para sus hijos. Son los venezolanos bonitos, que trabajan despachando comida a domicilio, sea a pie, en bicicleta o en moto, los que hacen Uber o limpian casas, los que cuidan ancianos, trabajan en construcción o en jardinería. También los que se quedaron en Venezuela y fueron asesinados por el régimen, o encarcelados y torturados, y los familiares que peregrinan en búsqueda de los desaparecidos o para visitar a los presos, así como quienes pasan penurias para sobrevivir.

Los venezolanos feos, aquellos que se aprovechan de la buena fe de otros y cometen delitos son una gran minoría y deben ser enjuiciados y sentenciados, no deportados ilegalmente a una ergástula en El Salvador. También son feos quienes critican y segregan a nuestros emigrantes de menores recursos. Desde luego, los colaboracionistas del régimen, los que reprimen las manifestaciones pacíficas en Venezuela, los fiscales que imputan y los jueces que condenan a inocentes.

Como (había) en botica: La última encuesta de Meganálisis evidencia que mientras el 73,9 % de los venezolanos confía en María Corina, solo un 9,5% confía en Maduro, 6,4% en Rosales y 5,6% en Capriles. Además, solo un 9,5% piensan que las sanciones petroleras a PDVSA perjudican su calidad de vida y sus ingresos. El resto es por culpa de Maduro ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

*Miembro de VenAmérica

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