La posición de la Conferencia Episcopal
Por: Alejandro J. Sucre
«El apagar a los ciudadanos en la guerra de las cúpulas no ilumina al país. Rendirse a cualquier cúpula que no permita la luz de 30 millones de venezolanos es oscuridad…»
La carta sobre las elecciones parlamentarias de diciembre del 2020 de la Conferencia Episcopal lo único que dice es que no se queden los venezolanos como bombillos apagados.
Entre la oposición y el oficialismo la práctica que observamos es apagarse el bombillo unos a otros. Agredirse y boconerías constantes. Y desde gran parte de la población lo que observamos es esperar que otros fuera de Venezuela nos alumbren. En ese proceso de apagarse unos a otros entre los líderes de la oposición y del oficialismo, y esperar luz de otras geografías por parte de la población resignada, Venezuela se quedó sin toda su luz. La luz que se emitió en las pasadas marchas creó muchos cortocircuitos (i.e. marchas incesantes frustradas y con violencia, tragedias electorales, violencia verbal y física, cambios en las reglas de juego, bully constante para expresar la mas mínima opinión).
Si cada venezolano fuera lo suficientemente responsable y tuviera la autoestima alta para creer que puede emitir luz con sus estudios, con sus análisis y con su trabajo y compartirla pacíficamente con bondad y con paciencia (sin agresiones, ni lamentos, ni soberbia, ni señalamientos) sumando ideas, sin imposición, y siendo ejemplo más que predicador desde su propio puesto de trabajo, en Venezuela tendríamos 30 millones de bombillos que alumbrarían los debates oscuros de nuestros líderes políticos. Sería unas ondas de luz que emana de cada ciudadano, que como espejos rebotan entre 30 millones de habitantes y traería luz hasta en el más recóndito espacio de oscuridad política y de convivencia que tanto hace falta. Cada ciudadano siendo luz y emitiéndola sin agresiones haría funcionar mejor a nuestra sociedad desde su lugar de trabajo, y Venezuela toda alumbraría.
Si cada venezolano fuera luz y brillara con sus conocimientos por mas modestos que sean, si en lugar de apagar a otros reflejara su propia luz, si dejáramos e impulsáramos la luz de cada ciudadano, incluyendo la de aquellos que nos agreden, si en lugar de buscar un poste exterior que nos alumbre, supiéramos emanar nuestra propia luz, Venezuela contaría con 30 millones de bombillos encendidos. Toda Venezuela fuera brillante. Los que trabajan en el Banco Central de Venezuela, en cada institución del Estado, los que trabajan en la empresa privada, los militares, los políticos que aspiran cargos públicos, todos en lugar de apagarnos unos a otros, nos iluminaríamos con buen ejemplo y buenas opiniones y emanadas pacíficamente con paciencia. Con esperanza hay que encender nuestra luz antes que esperar a la de otros. Nuestra luz no penetraría inmediatamente en cada rendija oscura de la sociedad pero poco a poco como espejos, nuestra luz va rebotando de ciudadano en ciudadano hasta que penetra las altas cúpulas del poder.
Lamentos e impotencia son oscuridad. Criminalizar personas es oscuridad. Propuestas son luz. Aunque no penetren los grandes muros inmediatamente, la luz siempre busca un ángulo para penetrar la oscuridad. No existe ninguna sociedad ni persona totalmente sellada para que no le penetre la luz. Rendirse es también oscuridad. Frustrarse es oscuridad. No cambiar de estrategia es también oscuridad. La terquedad y creerse dueño de la razón es oscuridad. Acusar a otros en lugar de hacer propuestas es oscuridad. Crear amigos-enemigos es oscuridad. No conversar para saber cuáles son los temores de otros ciudadanos en el poder o en la base de la sociedad es oscuridad.
En Venezuela nos falta muchísima comunicación. Muchísima luz. No hay nadie 100 % diabólico ni 100 % santo. No hay batalla perdida. Hay que siempre innovar con nueva luz de nuevos colores para iluminar a los demás ciudadanos. Incluso a los líderes de la oposición y del oficialismo. No hay que creer en callejones sin salida o calles ciegas. La luz de los ciudadanos encendidos en proyectos penetra todo.
Rendirse a cualquier cúpula que no permita la luz de 30 millones de venezolanos es oscuridad. Ese es el mensaje de la Conferencia Episcopal ante las elecciones parlamentarias de diciembre del 2020.
Twitter@alejandrojsucre 29 agosto, 2020 mackyar https://reportecatolicolaico.com/